Cuando ataca la nostalgia.

Anoche soñe contigo.

Fue un sueño hermoso, recién desperté me sentí feliz y me dije “hoy va a ser un buen día”, pero al rato me fue embargando una tristeza enorme y una nostalgia y me fueron arropando con su manto de hierro…me fui reduciendo hasta quedar nadando en un mar de lágrimas.

Te cuento el sueño: Estaba en un bote en el mar. En el bote habían varias personas más. Habíamos muerto todos, pero íbamos hacia el “cielo” y por alguna razón lo sabíamos. Navegábamos entre islas hermosas, las aguas celestes, turquesas, arena blanca como azúcar.

En eso llegue a la isla en la cual me tocaba bajarme, me baje y vi que había una especie de resort, había sillas de playa, paraguas y bueno ahí estaba parada yo, preguntándome “bueno, y ¿ahora qué?, y mire hacia la playa y alguien venia saliendo del agua, no distinguía quien era, el sol y el resplandor del agua no me dejaban ver. Hasta que finalmente…eras tú!, eras tú!, no lo podía creer y corrí hacia ti y con todo y ropa me metí al agua y te abrase lo más fuerte que pude y llorando te decía “no lo puedo creer, no lo puedo creer, no puedo creer que estés aquí”, y no podía parar de llorar, y tú me abrazaste igual de fuerte y me decías “ya mami, tranquila, ya llegaste, ya estás aquí, ya estamos juntos”. Te comente algo de los besos y me dijiste “a mi tú me puedes besar una semana entera sin parar y yo no me pongo bravo”, y nos reímos. Que felicidad tan inmensa. Verte, ver tu sonrisa, abrazarte, sentir tu abrazo, tu hermosa presencia, tu amor infinito.

Y que tristeza despertar…que tristeza darme cuenta que fue un sueño. Que tristeza regresar a esta maldita realidad…

Le conté a mi mejor amiga y me dijo lo que ya se: Te extraño, todos los días, es un dolor con el que he aprendido a vivir pero que siempre está allí. Me envió unas líneas que escribió cuando alguien se fue de su vida: “El hueco que dejaste en mi corazón lo he mantenido vacío. Es como una habitación de la casa de mi vida en la cual no entro y esta tal cual la dejaste cuando te fuiste, incluso la puerta tiene un letrero que dice no entre” (GC).

Y es justo así como me siento, el vacío que me dejaste en una habitación de la casa de mi vida tan enorme que no dejo que nadie entre, porque nadie la va a poder llenar. Solo entro yo de vez en cuando a tocar tus recuerdos, pero luego salgo y la cierro con llave.

Hay otros cuartos de la casa que están ocupados la gente entra y sale de ellos, pero en ese cuarto no entra nadie.

Mi mama dice que es un mensaje claro, de que te voy a volver a ver pero en MI cielo, porque quizas ya yo estoy en el tuyo.