SIN TITULO...
- yazimvalles
- 28 jul 2015
- 3 Min. de lectura

Les cuento un poco de la historia, que me ha hecho ser quien soy hoy en día.
Alcancé mi altura definitiva a los 18 años: 1.65m, en ese momento pesaba 118-120 libras, era realmente delgadita. Me decían Q-tip, fosforo, “eres pura cabeza”, etc., uno se toma estas cosas a relajo pero en verdad fueron haciendo como una heridita. Sigo. Entro, a esa edad y con ese físico a la Escuela Náutica de Panamá; ahí el requisito tácito para sobrevivir era tener el cuerpo y la fuerza de una amazona (el cual yo no tenía ni remotamente), siguieron los “blassings”, “pareces un pelaito”, “te regalo un real de nalga” y más. En cuanto a mi personalidad, era súper callada, me hacían llorar con facilidad, me decían “ñoña”, “pendeja”. En verdad era ultra sensible, push over y hasta alfombra.
Conocí un grupo de amistades, en ese círculo yo era “el macarrón sin salsa”, por mi palidez y delgadez, me dijeron cosas como “tienes el cabello reseco, tu estas falta de nutrientes” (la que me dijo esto irónicamente en ese momento era la gordilla del grupo), una “amiga” una vez tuvo la osadía de llamar a mi mamá y preguntarle si yo me alimentaba bien. Mi mamá la mando por un tubo.
El blassing llego a tal punto que empecé a tomar suplementos alimenticios, Ensure, aceite de hígado de bacalao y cuanto cosa para engordar. Llegue a un peso ideal, me puse “buena”, ninguna de mis “amigas” me dijo NADA, que cosa tan rara…
Pasaron los años llegaron los 26, 27, 28, 29 me engorde terriblemente, empezaron de nuevo. “Ay Yazz, estas muy subida de peso”, “porque no te metes al gym” y demás recomendaciones “sinceras y con las mejores intenciones”. Llegó a un nivel tan bajo mi autoestima que me recluí del mundo, no me maquillaba, usaba unos anteojos horribles, pelo largo eternamente recogido, no me atrevía a usar ropa que enseñara alguito de piel, ni llamativa, solo colores oscuros, me perdía trips a la playa y a piscinas porque me aterraba la idea de ponerme un vestido de baño aunque fuera entero, porque me sentía literalmente un cerdo al lado de mis “amigas” flacas. O sea el issue del peso se convirtió en una fuente de depresión, tome cuanta pastilla, nutricionista, suplementos, de todo. Pero cuando las motivaciones para bajar de peso no son las correctas nada de eso ayuda.
Aconteció que perdí a mi esposo en un accidente de aviación. Ese hecho hizo que mi mundo cambiara 180 grados, cuando salí del hoyo de la depresión por duelo, literalmente me empezó a valer cebo el universo entero.
Hoy en día no tengo un peso ideal, de hecho estoy sobre peso, pero lo bueno es que ya no aguanto gente payasa en mi vida, ni gente que no me haga sentir bien por el motivo que sea, hoy en día me pongo un dos piezas con panza, celulitis y estrías al aire por que honestamente me vale tres pepas de guaba lo que piensen. La vida es un segundo y no me voy a perder una playa o una piscina porque “me da pena”, si hoy me dicen gorda, ya no lloro, en vez de eso, te doy tu pa’ tras: “esto se quita con dieta, tú tienes que volver a nacer Y en un universo paralelo” BOOM!, hoy me maquillo y me siento divina, me compro unos zapatos anaranjados con verde y rosado y me los combino súper, hoy me pongo ropa que jamás pensé que me pondría antes, un jeans verde, un short blanco, un vestido corto, etc., obvio hay días que me siento terrible y nada me queda bien y me meto debajo de mi colcha y apago el cel pero es UN día o dos o tres pero al final pasan y me vuelvo a sentir bien.
Hoy digo que NO sin remordimientos. Hoy cuando me preguntan “oye ¿porqué no me contestas?” tranquilamente respondo “pues porque no quiero hablar” y puedes pensar lo que quieras, no me quieres hablar más, no me hables, me quieres hablar todos los días, bueno yo no te quiero hablar todos los días.
¿Saben que es lo malo de cambiar para estar bien contigo misma?, que tus amigos, aquellos que te querían porque te aguantabas de todo, ahora te dicen que has cambiado, ya no eres la misma, eres muy directa y muy brutal, etc., ah…ok, bueno so be it.
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